Nate
Halsey sabe responder los desafíos. A lo largo de sus 38 años de vida,
ha saltado a grandes vacíos atado a una cuerda elástica en Sudáfrica, ha
volado en ala delta en los Alpes franceses y hecho paracaidismo en
Colorado. También ha escalado montañas rocosas, ha buceado, participó
con otras 11 personas en una carrera de relevos de 200 millas, ha
corrido cinco maratones y completó un curso de canotaje Outward Bound de
tres semanas, entre las cuales se incluyó un lapso de tres Bound de
tres semanas, entre las cuales se incluyó un lapso de tres días que pasó
a solas y sin comer. Ha recorrido la costa de Suecia en bicicleta,
escalado hasta el campamento base del Monte Everest, y ha estado en 50
países.(Hoy en día tiene su sede en Boston y viaja más que todo como
consultor empresarial en energía renovable para las comunidades rurales
de países pobres).
El
desafío que a Nate le resultaba más difícil de superar es el que
equivale al secreto de su excelente salud: todos los días, antes de irse
al trabajo, se ducha en agua helada.
Tomó
la idea hace diez años de un amigo alemán que había vivido en un
internado de los de antes, donde por disciplina cada mañana él y sus
compañeros debían ducharse con agua fría. El amigo juraba que esa era la
razón por la cual nunca se enfermaba.
Piénselo:
las duchas de agua fría llevan mucho más tiempo con nosotros que las
duchas de agua caliente, pero no siempre se consideraba saludables.
Antes eran la única opción.
El
concepto de la hidroterapia, es decir, el de utilizar agua para tratar
las enfermedades, fue común durante las antiguas civilizaciones de
Egipto, Grecia y Roma; Hipócrates, el médico de la antigua Grecia
recetaba el agua de fuentes naturales para curar enfermedades. En
Oriente, durante los últimos 5.000 años, quienes han practicado el yoga
han recomendado las duchas con agua helada para mejorar la inmunidad
contra los resfriados; la medicina tradicional china utiliza el agua
fría como método de curación; y hasta el día de hoy, las personas de la
creencia sintoísta en el Japón se bañan en cascadas de agua helada como
parte de una práctica meditativa denominada misogi.
En
el mundo occidental, la persona más famosa por promover la terapia con
agua helada fue un sacerdote alemán, Sebastian Kneipp, quien en los años
1860, decía haber curado su enfermedad pulmonar terminal mediante baños
helados en el río Danubio. Finalmente su receta se centraba en un
régimen de alternar baños de agua caliente y fría; su libro, My Water Cure, publicado en 1886, todavía se imprime.
Otras
personas también promovieron las curas con agua helada durante los
siglos XVIII y XIX, desde el agricultor austríaco Vincent Priessnitz
hasta el inglés Sir John Floyer, quien escribió Psychrolousía; or, the History of Cold Bathing, Both Ancient and Modern.
Uno de los adalides recientes más famosos del agua helada es el espía
de ciencia ficción James Bond, quien siempre empieza su ducha con agua
tibia pero luego la deja correr fría hasta el final. En la industria de
los baños terapéuticos, este tipo de baños se conoce como la ducha
escocesa.
No
obstante, la curación por medio de agua fría perdió algo de fuerza en
la era de los baños lujosos y bien dotados. No obstante, está de
regreso. Quienes la promueven afirman que las duchas frías:
- Mejoran la circulación
- Fortalecen la piel
- Mejoran el sistema inmune
- Mejoran el ánimo
- Vigorizan el cuerpo
Lo
que aún es un cuerpo creciente pero todavía reducido de literatura
científica respalda estas afirmaciones. Buena parte procede de Europa
del norte, origen de la terapia con agua fría y donde un estudio de 1987
que durante seis meses comparó un grupo que se duchaba en agua helada y
un grupo de control encontró que los resfriados en el grupo de las
duchas frías eran ¨significativamente menores, significativamente más
leves y ligeramente más cortos¨.
Otro
estudio, llevado a cabo en Praga, se basaba en sumergir jóvenes en buen
estado físico en agua fría para ver si así se podía incrementar la
respuesta inmune. Los investigadores descubrieron que hacerlo aumentaba
el conteo de glóbulos blancos o leucocitos, aunque advertían que las
implicaciones de su descubrimiento estaban por analizarse. Y en la
escuela de medicina de la Universidad Humboldt de Berlín, los médicos
sostenían que exponer el cuerpo a regímenes de calor intenso seguido por
frío intenso (como el que se produce por revolcarse en la nieve después
de estar en el sauna) aumenta la resistencia a las infecciones del
sistema pulmonar.
Exponerse
al agua fría puede también aumentar los niveles de uno de los
antioxidantes naturales del cuerpo -el glutatión- según encontró un
estudio hecho con nadadores en Berlín, en el que se descubrió además que
la exposición al agua helada incrementaba los niveles basales de la
sustancia. Los investigadores especulan que se trata de una forma de
¨endurecimiento del cuerpo¨, un proceso en el cual el cuerpo se adapta a
ciertos estímulos, como el del agua fría, y aumenta la tolerancia al
estrés. Sea cual sea el caso, los nadadores berlineses que se ejercitan
todo el año, es decir, los que se sumergen habitualmente en agua helada
durante el invierno, padecen la mitad de las infecciones bronquiales que
otras personas, dicen los médicos del Hospital-Julius en Bad Harzburg.
El secreto compartido
Según
Nate, esta es la mejor manera de tomar una ducha fría: abra el agua
durante unos 30 segundos más o menos, meta la cabeza lo suficiente para
mojarla, cierre el agua. Ahora que tiene el pelo mojado, lávelo con
champú, frote y haga espuma. Abra la llave de nuevo, regrese a la ducha
menos de 30 segundos, enjuáguese el pelo y mójese la piel. Cierre la
llave de nuevo, salga. Frótese con el jabón. Abra la llave de nuevo y
póngase bajo el agua para quitarse el jabón. Cierre la llave, salga.
Aplique el acondicionador en el pelo. Abra la llave del agua, métase en
el agua y retírese el jabón y en acondicionador.
Todo el evento debe tardar unos cinco minutos.
Algunas
advertencias: no se meta bajo el agua de un solo golpe, eso puede
impedir la circulación. Las personas extremadamente delgadas tal vez no
pueden tolerar las duchas frías; del mismo modo, si usted padece de
alguna condición médica especial, como el mal de Reynaud o problemas de
presión sanguínea, hable primero con su médico. Si prueba darse una
ducha fría y no se calienta en unos minutos, considere más bien darse un
baño frío con esponja.
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