Todos los días, Ricardo Osorno Fallas, de 28 años, se despierta a las seis de la mañana en Hojancha, una capital regional de la península de Nicoya en el noroeste de Costa Rica. Como muchos costarricenses, Ricardo vive todavía en casa de sus padres (junto con tres hermanos), y allí seguramente permanecerá hasta que se case.
El desayuno consiste de un plato de avena o un poco de gallo pinto, (nombre que se refiere al color que adquiere el arroz cuando se fríe con los frijoles y que es el plato nacional) al cual le suma tortillas de maíz. Después de desayunar, Ricardo recorre en bicicleta el par de kilómetros hasta donde trabaja como coordinador para la empresa local de ecoturismo, especializada en mostrarles a los extranjeros las reservas naturales selváticas de Hojancha.
Trabaja hasta el mediodía y luego regresa a casa para el almuerzo, la comida más grande del día: arroz, fríjoles negros, carne y tortillas de maíz, acompañadas de un vaso de agua fría. El postre consta de alguna fruta tropical cultivada cerca, como una naranja, un pedazo de piña o un banano.
Después del almuerzo, Ricardo sale de regreso para la oficina, donde permanece hasta las cuatro de la tarde. Cuando regresa a casa, les ayuda a sus padres en las labores de la casa o visita a su abuela, de 93 años. Luego, después de una cena liviana, ensaya con un grupo danzas tradicionales de Nicoya, como el baile del aroma de café, además de ritmos favoritos regionales como la salsa y el merengue.
A la medianoche, antes de acostarse, por lo general Ricardo trabaja unas horas en su tesis de maestría, que espera iniciar cuando se gradúe en la Universidad Hispanoamericana de Costa Rica.
Ricardo goza de excelente salud, lo mismo que toda su familia. De hecho, tienen tres veces más probabilidades que el estadounidense promedio de llegar a los 100 años. No obstante, su secreto no es algo que ellos inventaron o sobre lo que siquiera hubiera pensado. El secreto es que viven en medio de una zona azul.
Las zonas azules son áreas geográficas que tienen una alta concentración de las personas más longevas del mundo. El término fue acuñado por el periodista y explorador Dan Buettner quien, en asocio con investigadores sobre el tema de la longevidad, ha pasado la última década viajando a los rincones más saludables del mundo para desenterrar los secretos de sus habitantes.
Hasta ahora, se han confirmado cinco zonas azules:
- En la región rural y montañosa de Barbagia, Cerdeña, Italia, las personas trabajan en el pastoreo hasta después de cumplir los 70 años y no es infrecuente que lleguen a los 100 años.
- La isla de Okinawa, en Japón, tienen la concentración más alta del mundo de personas de 100 años, a pesar de haber tenido que soportar años de sometimiento a manos de invasores, además de hambrunas generalizadas durante la Segunda Guerra Mundial y después de esta.
- Escondida en los confines de la extendida ciudad de Los Ángeles, la ciudad de Loma Linda alberga una comunidad de 9,000 Adventistas de Séptimo Día, en la actualidad el grupo de población más longevo de los Estados Unidos.
- Icaria, Grecia, tiene el porcentaje más alto de personas de 90 años en todo el planeta, una incidencia de cáncer el 20 por ciento inferior a la del resto de Grecia y prácticamente ningún caso de demencia.
- Y luego tenemos a Nicoya, donde viven Ricardo y su familia, una excepción notable a la regla de que las personas de los países en vías de desarrollo tienen lapsos de vida más cortos que aquellos que viven en los países desarrollados.
En primer lugar está la dieta. Los habitantes de las zonas azules tienden a tener dietas altas en nutrientes y bajas calorías y a evitar alimentos pesados procesados. Cada uno de los elementos básicos en la dieta de Ricardo (arroz, frijoles, maíz y frutas) tiene un beneficio.
El arroz está repleto de vitaminas, minerales y antioxidantes, además de ser bajo en sodio. Los frijoles contienen potasio, magnesio, antioxidantes y fibra y son altos en proteína y carbohidratos pero bajos en calorías y en grasas. El maíz combate el cáncer además de ser fuente valiosa de vitamina C. Más aún, el maíz que se utiliza en las tortillas de Ricardo ha sido cocinado en cal, lo cual hace que sufra un proceso llamado nixtamalización. Este proceso aumenta el contenido de calcio del maíz y aumenta la biodisponibilidad de la biacina y de otras vitaminas que ya contiene el grano.
Más aún, como sus refrigerios son frutas fresca, Ricardo evita grasas y azúcares innecesarios, mientras que llena aún más su alimentación de vitaminas.
Ricardo acompaña sus alimentos casi exclusivamente de agua. La costumbre de evitar las bebidas azucaradas que se asocian con la enfermedad coronaria y la obesidad es buena de por sí, pero además el agua de Nicoya tiene algo especial: Es un agua dira, lo cual quiere decir que contiene minerales, entre ellos calcio y magnesio, que se asocian con la reducción de la enfermedad cardiovascular.
A pesar de que no hace ningún esfuerzo para limitar la cantidad de comida que ingiere, Ricardo sin saberlo consume una dieta limitada en calorías porque su menú es alto en proteínas pero bajo en densidad calórica. También limita su ingesta de calorías porque la cena de la noche es ligera y la consume temprano. Las comidas ligeras son parte de una práctica común a las zonas azules que la gente de Okinawa llama hara hachi bu. Una traducción aproximada sería comer hasta que uno está lleno en un 80 por ciento; al comer hasta que uno ya no tiene más hambre, en contraposición a sentirse lleno, uno puede, afirman los médicos, comer el 20 por ciento menos: lo que representa la diferencia entre subir de peso y perderlo.
El siguiente secreto de Ricardo: sus lazos estrechos con su familia, los que él denomina ¨la base sólida responsable por la formación moral u espiritual de los costarricenses.
El concepto de familia en Costa Rica, en particular en las zonas rurales, ¨gira en torno a la unión y el apoyo mutuo¨, afirma. Las familias son los núcleos sociales de todas las zonas azules, y se pone énfasis especial en el cuidado de los mayores. Innumerables estudios científicos has asociado unas redes sociales fuertes con una serie de beneficios, entre ellos una menor incidencia de obesidad, dolor postoperatorio y un menor riesgo de sufrir enfermedades crónicas. Las redes sociales que propician la sensación de apoyo y de pertenencia son especialmente importantes para las personas mayores. También desempeñan un papel en crear lo que los costarricenses denominan un plan de vida, o lo que las personas en Okinawa denominan ikigai: una razón para vivir. Un compromiso fuerte con la familia, los amigos, la comunidad y el medio, les proporciona a muchas de las personas de Hojancha una sensación compartida de propósito y las mantiene ocupadas y motivadas hasta muy avanzada su edad. Una vez más, la ciencia apoya el concepto: un estudio llevado a cabo en el 2009 por el Centro Rush para la Investigación del Alzheimer, en Chicago, mostraba que mantenerse ocupado y tener un sentido de propósito les ayuda a las personas a vivir más tiempo.
Finalmente, es fácil hablar sobre evitar el estrés, pero este sigue siendo un mal culturalmente condicionado. Las zonas azules tienden a promover niveles de protección del estrés que son menos comunes en el resto del mundo y que a menudo son difíciles de recrear fuera de contexto.
Infortunadamente, no es tan fácil comprar un pasaje sin regreso a la Península de Nicoya y entonces vivir más de 100 años. No obstante, dondequiera que se esté sí es posible aplicar a la propia vida las lecciones aprendidas en la rutina cotidiana de Ricardo: consuma una alimentación sana alta en nutrientes y baja en calorías; no coma en exceso; mantenga una red social de apoyo; manténgase ocupado; haga ejercicio con regularidad y evite el estrés.
Por ejemplo, coma más frijoles (de la dieta de Costa Rica) o tofu (de la dieta de Okinawa). Con el fin de limitar las calorías también puede tratar de consumir almuerzos grandes y cenas más pequeñas. Aunque su familia tal vez no sea tan cohesionada como las de Loma Linda o Cerdeña, sí es posible ampliar el círculo social ofreciéndose como voluntario o participando en un deporte o afición. Además de proporcionar amplias redes de apoyo, estas actividades también le ayudarán a formar un plan de vida que lo mantenga activo, motivado y libre de estrés.
Es virtualmente imposible crear en su lugar de nacimiento una zona azul, porque estas depende en gran medida de factores genéticos, culturales, y ambientales y de otros factores desconocidos. Empero, no existe ninguna razón por la cual no puedan surgir zonas nuevas. Como afirma Buettner, ¨Codificados en las zonas azules del mundo hay siglos, incluso milenios, de experiencias humanas. Creo que no es coincidencia que la manera como estas personas se alimentan, interactúan entré sí, se deshacen del estrés, se curan y evitan la enfermedad, produciéndoles más años de vida.
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