Hoy tengo entre manos un bello ejemplar que está concebido para recrear los ojos en un seguimiento preferentemente de imagen. Cuando se trabaja con los libros toda una vida como es el caso del Ing. Luis Chonillo, no solamente se crea una empresa multiplicadora de ellos –Poligráfica S.A.– sino que la familiaridad con esas iniciativas van educando la visión y el olfato que se concretan en oportunas decisiones. Se trata de Guayaquil: un siglo de cambios.
Libro de "Guayaquil: un siglo de cambios" |
Vídeo del Lanzamiento de la obra
Como cada uno ve la vida y lee los libros desde un punto específico que implica historia personal, quehacer y valores, abordo estas páginas con nostalgia e incomodidad; el engarce de estas dos emociones no es perfecto (la incomodidad también puede producirla la imagen del atraso o desproporción en el pasado). En otros casos, da gusto constatar que no todo lo que vino antes merece la descalificación de lo “pasado de moda” o “poco funcional”. Esto se comprueba con la comparación del edificio de la Escuela Modelo Municipal de 1931 y el actual colegio “César Borja Lavayen”, bellos e impresionantes en sus dos tiempos.
El hemiciclo de la rotonda, sin su escultura central; la calle Chile con los muy visibles rieles del tranvía: los árboles del parterre de la avenida Rocafuerte que parecen eternos, me han llevado a imaginar lo que pudo haber ocurrido en esos espacios emblemáticos: ¿los habría recorrido Baldomera?, ¿Alfredo Baldeón y Alfonso Cortés habrían puesto cohetes escondidos para que estallaran al lento paso del tranvía?
Guayaquil late y vive tanto en testimonios directos como en sus ficciones.
Editorial de: Cecilia Ansaldo
Tomado de: Diario El Universo
Publicado el 18 de Febrero del 2012